Consideraciones Sobre la Importancia de la Autoridad Pastoral en la Iglesia Local

A la luz de la revelación bíblica se entiende que pecar es rebelarse contra Dios; y Dios es la máxima y única fuente de autoridad sobre toda la creación. Es por ello, que cuando el pecado entró al mundo, se corrompió el orden establecido por el Creador y en el corazón del hombre surgió una raíz diabólica que lo empuja constantemente a rebelarse contra toda manifestación de autoridad.

Esto explica el motivo por el cual, hablar hoy día sobre la autoridad como una figura fundamental para el buen funcionamiento de la sociedad en todas sus esferas, puede convertirse en un tema impopular o políticamente incorrecto. Sobre todo, cuando determinadas corrientes de pensamiento o filosofías,[1] que promueven el individualismo y la anarquía, se han arraigado profundamente en el pensamiento colectivo de las naciones, bajo el pretexto de un falso progreso social.

Lamentablemente, esta forma de pensar ha contaminado a las iglesias cristianas, y entre tantos efectos negativos, ha ocasionado que los líderes se vean tentados a evadir el ejercicio de su ministerio con la autoridad debida, por temor a ser señalados o perseguidos.

La Biblia desarrolla este tema con suficiente claridad y muestra que la autoridad en el ministerio pastoral tiene dos caras en una misma moneda: es un derecho, pero también es un deber delante de Dios y de Su Iglesia. Por ende, para que la iglesia local funcione correctamente, se debe entender y abrazar la naturaleza bíblica de la autoridad pastoral.

Fundamento bíblico de la autoridad en el liderazgo pastoral

La Escritura habla con claridad sobre la existencia y el ejercicio de la autoridad en todos los niveles. Por lo cual, se tiene plena convicción de que los pastores o ancianos de las congregaciones están revestidos de esta autoridad que les da el derecho de actuar en nombre y representación del Buen Pastor. En ese sentido, hay cinco aspectos importantes que se deben resaltar:

  1. Toda autoridad humana es derivada (Mt. 28:18; 13:1). La autoridad no proviene de los dones espirituales ni del talento o carisma que el pastor tiene, sino de Aquel que lo llamó y capacitó para el ministerio. Aunque la iglesia local reconoce el llamado pastoral, es Dios el único que tiene el poder para dar autoridad.
  2. La autoridad pastoral es conferida para el bienestar de los que están bajo el cuidado del ministro; es decir que la autoridad no es un fin en sí misma, sino que es un medio para cumplir la labor de un pastor. Hablando sobre las autoridades civiles, Pablo expresa que todas ellas han sido constituidas para el bien de los hombres (Ro. 13:4). Y en la Iglesia de Dios este principio es más que evidente, ya que el ministerio pastoral debe ser ejercido por siervos que amen a Dios, amen a Su pueblo y busquen siempre agradarle en todas las cosas (1 P. 5:2). El mejor ejemplo de ello lo dio el Príncipe de los Pastores, porque Él “no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos” (Mt. 20:28). El pastor tiene la responsabilidad de cuidar a ese rebaño que Jesús compró con su propia sangre.
  3. La autoridad pastoral debe ser sustentada y dirigida por la Palabra de Dios (1 P. 4:10-11). Cada uno de los pastores o ancianos están bajo la autoridad y dirección del Buen Pastor, quien se revela a Sí mismo y revela Su voluntad a través de las Escrituras. Jesús es el Verbo, la Palabra encarnada (Jn. 1:1,14). Por lo tanto, toda sabiduría para pastorear debe ser buscada en la Palabra de Dios y el ejercicio de la autoridad debe realizarse única y exclusivamente sobre la base de la Escritura. Todo pensamiento, palabra o acción que sea contraria a ella, pierde su respectiva legitimidad.
  4. El pastor debe actuar como aquel que dará cuentas a su Señor (Mt. 24:45-51). Todo anciano es responsable delante de Dios por la forma en que actúa en el ejercicio de la autoridad que le fue delegada. Esto, por cuanto nada es del pastor: tanto la autoridad como el pueblo son de Dios. Se debe actuar como un mayordomo fiel y responsable que ha de dar cuentas a su Señor de todos sus bienes (He.13:17; 1 P. 5:4).
  5. El rebaño debe someterse a la autoridad de los ancianos. La autoridad que ejercen los pastores, debe ser respetada por la misma razón: porque proviene del Señor.[2] Hablando sobre esto, Pablo les dice a los tesalonicenses que “reconozcan a los que con diligencia trabajan entre ustedes, y los dirigen en el Señor y los instruyen” (1 Ts. 5:12). La actitud de rebeldía de algunas ovejas puede generar muchos problemas en la vida de la iglesia y debilitar las emociones de sus líderes. Hebreos 13:17 termina diciendo que, si las ovejas hacen que sus ancianos lleven a cabo la labor pastoral de una manera pesada, eso no sería de provecho para ellos.[3]

Extremos: mal interpretación del concepto de autoridad.

 A pesar de que la Escritura es perspicua sobre la forma en que se debe ejercer la autoridad pastoral, no dejan de existir grupos que, guiados por su propia corrupción, malinterpretan estas enseñanzas. A continuación, se expondrán dos ejemplos de movimientos que han pervertido el concepto de autoridad pastoral:

  1.  Movimiento de pastoreo: Es un extremo del “enseñorearse” de las ovejas. Es común ver personas que al escuchar la idea de “autoridad pastoral” sientan aversión a ello, debido a malas experiencias que han tenido en el pasado con hombres que han abusado de sus posiciones de autoridad en las iglesias. El Señor Jesús advirtió al respecto (Mt. 20:25-27).

Distorsionando la Palabra de Dios, lamentablemente se han dado múltiples casos de este “señorío” totalmente inapropiado. El “movimiento de pastoreo” es un ejemplo de ello; fue muy famoso en la década de los 60 y 70. Su auge se dio en iglesias carismáticas y fue impulsado inicialmente por la necesidad de un mayor enfoque en el compromiso de los miembros, el discipulado y la disciplina eclesial en el “movimiento de Jesús”.[4]

El verdadero problema de este movimiento se manifestó cuando comenzó a introducir prácticas denominadas “cubrimiento”. El concepto de “cubrir” se refería a que, cuando un miembro de la iglesia debía tomar una decisión importante y en ocasiones no tan importantes, tenía que estar cubierto o contar con la aprobación del líder del grupo en casa, el anciano o el pastor.[5] Estas decisiones podrían ser: mudarse de casa; cuándo y con quién casarse; incluso hasta cuándo y dónde programar citas con el doctor. Esta consulta con el liderazgo era de carácter obligatoria. Las decisiones de los líderes eran tomadas como “revelación de palabra profética”. Esto se fue deteriorando hasta convertirse en un control de culto sectario.

  1. Movimiento de la Iglesia emergente: Este lado representa el otro extremo de las malas interpretaciones sobre la autoridad, renuente al liderazgo autoritativo. Ante lo que ellos consideraban una falla en la jerarquía de la iglesia tradicional, este movimiento de Iglesia emergente buscó fabricar una nueva eclesiología. Los líderes de la Iglesia emergente se oponen a cualquier entendimiento jerárquico del liderazgo por la convicción de que inevitablemente restringe a las personas y a la creatividad.[6]

Se trata de una especie de red que es creada por encima de cualquier nivel de jerarquía. En ese sentido, el líder no controla, sino que cultiva. Este modelo “aplana” la estructura clásica eclesiástica y deja de afirmar que el Señor ha llamado a hombres a servir como líderes sobre su Iglesia. De manera tácita rechaza el modelo bíblico de jerarquía eclesial, por considerarlo retrógrado y abusivo.

Conclusión

El llamado pastoral es una encomienda que el Santo Dios hace a cada uno de los hombres que Él mismo prepara y capacita para tan alto y honorable servicio. Como parte de la labor ministerial, el ejercicio de la autoridad firme y amorosa es la que verdaderamente glorifica al Señor. Es fundamental para evitar caer en los excesos u omisiones negligentes que actualmente se siguen viendo en el liderazgo de las iglesias locales.

Tal autoridad representada en cada uno de los ancianos que gobiernan las congregaciones, fueron puestas como vallas que protegen a la Iglesia de desviarse hacia el mundo, y de que el mundo contamine la Iglesia; ahí radica una de los aspectos más importantes de este tema.

Bibliografía

Aguillón, Teófilo. Teología Práctica Pastoral. Miami: Vida, 2001.

Núñez,  Miguel. Una iglesia conforme al corazón de Dios: cómo la Iglesia puede reflejar la gloria de Dios. Nashville, TN: B&H Publishing Group, 2018.

Strauch, Alexander. Liderazgo bíblico de ancianos: un urgente llamado a restaurar el liderazgo bíblico en las iglesias. Trad. Dante Rosso. Litteton, Colorado: Lewis and Roth Publishers, 2001.

Tripp, Paul D. Llamamiento Peligroso: enfrentando los singulares desafíos del ministerio pastoral. Trad. de Cynthia Piñeda Canales. Graham, NC: Faro de Gracia, 2013.

Witmer, Timothy Z. El líder pastor. Trad. De Rodrigo Hinojosa. New Jersey: P&R Publishing, 2022.

[1] Existencialismo, liberalismo, humanismo, feminismo radical, entre otras.

[2] Sobre este asunto, Witmer cita a John Murray quien afirmó lo siguiente: “Es el Espíritu Santo quien establece obispos y ellos son delegados por la cabeza de la iglesia. Es la obligación del pueblo y de los ancianos reconocer que el gobierno que ejercen estos es delegado por Cristo y que ante Él son responsables.” Timothy Z. Witmer, El líder pastor, Trad. De Rodrigo Hinojosa (New Jersey: P&R Publishing, 2022), 86.

[3] Miguel Núñez, Una iglesia conforme al corazón de Dios: cómo la Iglesia puede reflejar la gloria de Dios (Nashville, TN: B&H Publishing Group, 2018), 354.

[4] Tal como lo explica Witmer: “Los creyentes en cada iglesia fueron puestos bajo la autoridad de líderes de grupos en casa que tomaban la responsabilidad de asegurarse de que los miembros  cumplieran sus compromisos como creyentes. Los líderes de grupos en casa eran a su vez responsables ante los ancianos.” Timothy Z. Witmer, El líder pastor, 86.

[5] Ibíd., 89.

[6] Ibíd.

Eliezer Rafezca es egresado como abogado de la Universidad Central de Venezuela y estudia en el SRL. Actualmente se desempeña como tutor académico del SRL virtual. Además, ha tenido la oportunidad de realizar prácticas ministeriales, enseñando y predicando en distintas iglesias locales de Colombia, bajo la guía y supervisión de los pastores de la Iglesia Bautista Reformada la Gracia de Dios.

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