La Ética Cristiana en su Relación con la Cultura Relativista

La relación entre la cultura y el cristianismo es uno de los problemas que más ha remecido a la iglesia. Esta agitación turbulenta se debe a que, por un lado, el cristiano está plenamente convencido que su ética de vida gira en torno a las verdades absolutas de la Ley de Dios. Por otro lado, en algún momento el cristiano tiene que enfrentarse a una cultura relativista que hace cosas monstruosas contrarias a esta Ley. Puesto que ambas partes, tanto el cristiano como el relativista cultural viven en el mismo mundo ¿qué debe hacer el cristiano? Según la ética cristiana, ¿Cómo debe ser la relación del cristiano con la cultura relativista? Esta es la pregunta focal que se pretende responder en este artículo.

I. Aclaración de conceptos

A. Ética cristiana y sus efectos
En un sentido general, la ética es la ciencia de la conducta. Esta palabra viene del griego étos, que significa costumbre establecida por la ley. Siendo así, la norma por la cual debe regirse la conducta humana. Para el cristiano dice James Eckman, “la ética debe tener sus raíces en la proposición de que existen los absolutos éticos…fundados en la ley moral que Dios ha revelado en su Palabra”. Por consiguiente, el cristiano se rige bajo la Ley promulgada por Moisés en Sinaí (Ex. 20:1-17; Dt. 5:1-21). Esto no significa que el cristiano sea legalista, pues como señala Arthur Pink, “no está bajo la ley como un pacto de obras ni como una ministración de condenación, pero sí bajo ella como una regla de vida y un medio de santificación”. En este sentido es calificada como la Ley de Cristo obrando por el amor (Gá. 6:2; 1 Co. 9:21). Así que, la ética cristiana es un modo de vivir que orienta a las personas a tomar decisiones, rigiéndose por los Diez Mandamientos.

En el famoso Sermón del Monte (Mt. 5-7), Jesucristo ordenó cumplir estas verdades absolutas llevándolas más allá de la letra, al corazón mismo del hombre. Él citó el sexto mandamiento: “oísteis que fue dicho por los antiguos; No matarás…” (5:21). El Señor prohíbe rotundamente que una persona asesine a su prójimo o que solamente lo conciba en su corazón. Así mismo, prohíbe que atente contra su vida misma. Como dice Thomas Watson, “hay un pecado prohibido, que es asesinato, y un deber implícito, que es preservar nuestra propia vida y la de los demás”. Por ello, Dios también aborrece el suicidio, el aborto, la eutanasia, y todo cuanto atente contra la vida humana. Influenciados por esta verdad, los cristianos también aborrecen el asesinato.
Otro de estos absolutos éticos citados por Jesús es el séptimo mandamiento, “no cometerás adulterio…” (Mt. 5:27-28). Aquí se ordena evitar todo lo que quebrante dicho mandamiento, ya sea cometiendo el acto o concibiéndolo en el corazón.

Para ello, se debe observar la ordenanza del matrimonio en amor y fidelidad. Jesús también recuerda al joven rico los últimos seis mandamientos del decálogo, diciendo que deben ser guardados por sus seguidores (Mr. 10:17-19). Sin embargo, los Diez Mandamientos también son normas que deben obedecerse por los incrédulos. Ellos tienen esta ley escrita en sus corazones y por ella serán juzgados en el día del juicio (Ro. 2:14-16). Como resalta Pink, la Ley de Dios fue escrita para “servir a todas las edades venideras como la mayor expresión de Su santidad y la suma del deber del hombre”. Pero para los incrédulos esta ley sí es una ministración de condenación, porque desobedecen estos valores absolutos adhiriéndose a otro sistema ético.

B. Cultura relativista y sus efectos
La cultura ha sido definida como ese conjunto de conocimientos y costumbres compartidas por una comunidad en particular. Donald Carson citando a Robert Redfield, define sucintamente este término como: “conceptos compartidos manifiestos en actos”. Uno de estos conceptos manifiestos en un patrón de conducta, es el relativismo. El relativismo es definido por Roobert Audi como: “La negación de que haya ciertos tipos de verdades universales”. De modo que, el relativismo cultural se rige por la proposición de que no hay absolutos que determinen su conducta moral. En palabras de James Eckman, “Cada cultura desarrolla sus propias normas morales, y ninguna otra cultura tiene el derecho de juzgar su sistema de valores”. Así pues, para el relativismo cultural lo que determina un individuo o cultura es lo correcto.

En línea con lo anterior, los efectos de la cultura relativista son monstruosos, porque ésta no condenaría el nazismo que, actuando de acuerdo con su propio enfoque cultural, asesinó a millones de judíos, gitanos y demás grupos sociales que amenazaban a su raza aria perfecta. Para ellos, el absoluto “no matarás”, no haya cabida en la cultura nazi. Por otro lado, la cultura relativista se manifiesta en forma de un utilitarismo, centrado en un amor cuyo fin justifica los medios, es decir, el adulterio, la mentira o el aborto pueden justificarse. Así mismo, si un individuo considera que el homosexualismo y el suicidio es bueno, este juicio es correcto.

II. El rol del cristiano en la cultura relativista

A. Separación de la influencia del relativismo cultural
Debido a las barbaries descritas anteriormente, algunos piensan que los cristianos deberían abstenerse de cualquier participación en el mundo, ellos son llamados: separatistas. Pero ellos deben recordar que Jesús no rogó a Dios que quitara a sus discípulos del mundo, sino que los guardara del mal (Jn. 17:15-16). La Escritura dice que los cristianos no deben separarse físicamente del mundo (1 Co. 5.9-10), pero deben mantenerse alejados de la influencia mundanal (Stg. 1.27; Ro. 12.2). Cuando Pablo dice que el cristiano ha sido librado del presente mundo malo (Gálatas 1:4), describe a los deseos mundanos que abundan a causa de la concupiscencia (2 Pe. 1:4), no al mundo físico. De manera que, si el cristiano vive en una cultura relativista no debe ir de nación en nación huyendo de ella, sino, evitar rotundamente acomodarse a su conducta pecaminosa (Ro. 12:2).

B. Transformación de la cultura por el Evangelio
“Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo” (Juan. 17:18). La Biblia presenta muchos textos de esta naturaleza, donde se manda al cristiano a testificar al mundo acerca de su fe. Como señala Gresham Machen, “el cristiano no puede sentirse satisfecho en tanto que alguna actividad humana se encuentre en oposición al cristianismo o desconectada totalmente del mismo”. De modo que, hay que enseñar a los adeptos del relativismo cultural que están en un error, apuntando en primer lugar a sus conciencias para mostrarles que ellos tienen la Ley Moral escrita en sus corazones y que serán condenados por desobedecerla (Ro. 2:14-15).

En segundo lugar, hay que enseñarles con toda paciencia y doctrina, que las verdades absolutas del evangelio pueden transformar sus vidas. Al respecto, Eckman señala que “El cristiano debe reconocer el poder del evangelio para cambiar tanto a los individuos como su cultura. No hay nada en la cultura que esté ajeno al impacto del evangelio”. Es decir, se debe predicar fielmente el Evangelio a los adeptos del relativismo cultural, porque Dios transformará el corazón y la conducta de muchos de ellos. Y un ejemplo de esto es el cristiano mismo, quien habiendo salido de la influencia mundanal de dicha cultura sigue el ejemplo de Cristo, quien “se separó de la maldad de su cultura, se identificó con su gente, pero buscó su transformación desde adentro hacia fuera”. Como Cristo, el cristiano busca de cerca la transformación de la cultura relativista mediante la predicación del Evangelio, pero a la vez, vive separado de las prácticas pecaminosas de dicha cultura.

CONCLUSIÓN
En definitiva, se explicó que la importancia de la ética de la Ley Moral reside en que sus verdades absolutas fueron escritas tanto para los cristianos (Ley de Cristo obrando por el amor) como para los incrédulos de todos los tiempos (ministerio de condenación). Se enseñó que, el relativismo cultural se adhiere a un sistema ético cuya presuposición básica (la cultura o el individuo determinan lo moralmente correcto) se opone a los absolutos divinos. Finalmente, se explicó que el cristiano no debe separarse físicamente de la cultura relativista, pero sí debe separarse evitando practicar los pecados de dicha cultura. Así mismo, se expuso que el cristiano debe buscar de cerca la transformación de los adeptos al relativismo cultural mediante la predicación del Evangelio. Amén.

BIBLIOGRAFÍA
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Watson, Thomas. Los Diez Mandamientos. Trad. de David Cánovas Williams. Edimburgo: El Estandarte de la Verdad, 2014.

 

Josué Castillo

Nativo de Honduras. Por la gracia del Señor estoy casado, y mi esposa y yo somos miembros de la Iglesia Bautista Reformada Estandarte de Verdad, en San Pedro Sula, Honduras. Actualmente, trabajo para el SRL como Tutor de la Modalidad Virtual.

Seminario Reformado Latinoamericano

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