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Herejía arriana

Arrianismo
Arrio (256-336)

Una de las primeras controversias que se levantaron en la iglesia post-apostólica fue con un obispo de Alejandría llamado Arrio. ¿Quién era él?

Arrio (256-336) fue ordenado presbítero en el año 311 en la ciudad de Alejandría al norte de Egipto. Arrio se enfrentó ante su maestro Luciano de Antioquia, afirmando que Jesús había sido creado por el Padre, por tanto, hubo un tiempo en que el Hijo no existía. Arrio afirmaba que Si el Hijo fue creado, entonces era una criatura y no Dios. Jesús era divino, por tanto, era un dios, pero no con la misma dignidad y naturaleza del Padre, y esto puede sonar algo parecido a lo que hoy afirman los llamados “testigos de Jehová”.

Arrio se ocupó principalmente de despojar a Jesucristo de su divinidad, y también hizo lo mismo con el Espíritu Santo, que igualmente lo percibía como criatura, e incluso inferior al Verbo.

Esta herejía fue combatida por el nuevo patriarca de Alejandría llamado Atanasio, el aumento de sus seguidores llevó al emperador Constantino a convocar un concilio ecuménico en Nicea (325), que, bajo la influencia de Atanasio, proclamó el dogma católico de la consustancialidad (homoousios, ομουσιος, de la misma naturaleza) del Padre y el Hijo en un único Dios.

Creemos en un solo Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas visibles e invisibles. Y en un solo Señor Jesucristo, el Hijo unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos. Luz de luz; Dios verdadero de Dios verdadero; nacido, no hecho; consubstancial al Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación descendió de los cielos y se encarnó del Espíritu Santo y de María Virgen, y se hizo hombre. Fue crucificado bajo Poncio Pilato, padeció y fue sepultado. Resucitó al tercer día, según las escrituras; y subió a los cielos, y está sentado a la derecha del Padre; y otra vez ha de venir con gloria a juzgar a vivos y a muertos; y su reino no tendrá fin.

Arrio fue desterrado junto a sus seguidores, pero luego Constantino relajó gradualmente su posición anti-arriana bajo la influencia de su hermana, quien tenía simpatía con el arrianismo, Constantino intenta traer a Arrio de regreso a Constantinopla (334-335) y rehabilitarlo, pero murió antes de que llegara, probablemente envenenado. El arrianismo ganó terreno con el tiempo, logrando el exilio de Atanacio.

El I Concilio de Nicea definió la consustancialidad (homoousios) del Verbo. De acuerdo con el I Concilio de Nicea, el Verbo es verdadero Hijo de Dios, de la misma sustancia del Padre. Por tanto, Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre.

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