fbpx

Importancia de la doble naturaleza de Cristo

La importancia de su humanidad

  1. Para obediencia representativa, Rom. 5:18-19. ÉL obedeció por nosotros donde Adán había fallado. Entonces ¿Para qué era necesaria la humanidad de Cristo? Cristo tenía que venir en carne para representarnos.
  2. Para ser un sacrificio vicario, Heb. 2:17. Si Jesús no hubiera sido hombre, no hubiera podido morir en nuestro lugar y pagar el castigo que justamente nos correspondía, solo un hombre podría morir por los hombres, pero también tenía que ser Dios para poder pagar por la ofensa hecha al eterno Dios.
  3. Para ser el único mediador entre Dios y los hombres, 1 Tim 2:5. Para cumplir con esta función, Para ser intermediario entre Dios y el Hombre debía tener dos naturalezas. Tenía que ser verdaderamente hombre y verdaderamente Dios.

La importancia de su divinidad

  1. Para que presentara un sacrificio de infinito valor. Solo Dios podía llevar sobre sí el castigo de todos los pecados de aquellos que creerían en él,
  2. Para que soportara la ira de Dios, con propósito redentor, es decir, librarnos de la maldición de la ley. Para darnos la victoria.

Hombres que inspirados por la fe Bíblica y por el amor al Salvador definieron una cristología ortodoxa. La Cristología definitiva quedó plasmada en el concilio de Calcedonia. Así que desde ahí en adelante no se ha dicho nada diferente.

Siguiendo, pues, a los Santos Padres, todos a una voz enseñamos que ha de confesarse a uno solo y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en la divinidad y el mismo perfecto en la humanidad, Dios verdaderamente, y el mismo verdaderamente hombre de alma racional y de cuerpo, consustancial con el Padre en cuanto a la divinidad, y el mismo consustancial con nosotros en cuanto a la humanidad, semejante en todo a nosotros, menos en el pecado [Hebr. 4, 15]; engendrado del Padre antes de los siglos en cuanto a la divinidad, y el mismo, en los últimos días, por nosotros y por nuestra salvación, engendrado de María Virgen, madre de Dios, en cuanto a la humanidad; que se ha de reconocer a uno solo y el mismo Cristo Hijo Señor unigénito en dos naturalezas, sin confusión, sin cambio, sin división, sin separación, en modo alguno borrada la diferencia de naturalezas por causa de la unión, sino conservando, más bien, cada naturaleza su propiedad y concurriendo en una sola persona y en una sola hipóstasis, no partido o dividido en dos personas, sino uno solo y el mismo Hijo unigénito, Dios Verbo Señor Jesucristo, como de antiguo acerca de Él nos enseñaron los profetas, y el mismo Jesucristo, y nos lo ha trasmitido el Símbolo de los Padres. Así, pues, después de que con toda exactitud y cuidado en todos sus aspectos fue por nosotros redactada esta fórmula, definió el santo y ecuménico Concilio que a nadie será lícito profesar otra fe, ni siquiera escribirla o componerla, ni sentirla, ni enseñarla a los demás.

Scroll to Top